Los detectores de humo funcionan cuando las partículas de humo o los indicios de fuego llegan al dispositivo antes de que se inicie el proceso de toma de decisiones de alarma / no alarma en el panel de control.
Este proceso puede verse afectado por uno o más factores:
A-) 1- Distancia de la fuente de fuego al detector: Los detectores de humo y calor normalmente se ubican generalmente en el techo. La distancia desde los mismos hasta cualquier área del piso es la distancia máxima permitida conforme a los códigos de incendio nacional o locales. Estos, se calculan a partir del tiempo de retraso aceptable que se requiere para que el humo llegue al detector desde cualquier punto. Una vez que el humo llega al punto de detección, tiene que acumular la densidad suficiente requerida para activar al detector. Aún cuando se usen sistemas de aspiración para atraer el aire muestreado hasta el detector, el humo tiene que alcanzar un punto determinado de muestreo, que normalmente se encuentra en la misma posición al igual que en los detectores estándar.
B) Estratificación: El humo asciende porque está más caliente que el aire que lo rodea y, al viajar a través del aire más frío, con el tiempo también se enfría. El mismo deja de subir una vez que alcanza la misma temperatura que el aire ambiental. Este proceso se conoce como estratificación. Si los detectores están sobre el nivel de estratificación, no detectarán ningún tipo de humo sino hasta que se haya generado la cantidad suficiente de calor desde la fuente de fuego como para elevar aún más el nivel de estratificación. Esto se debe a que las normas internacionales limitan la altura de los techos para ciertos tipos de detectores de humo. La altura puede ser tan baja como veinte pies para algunos tipos de detectores térmicos de punto, veinticinco pies para los detectores de humo de punto o treinta pies para los detectores de humo de haz de luz.
C) Barreras térmicas: El calor se eleva y por lo tanto el aire más caliente se encuentra en el punto más alto del recinto, creando una barrera de aire caliente en donde el humo únicamente puede penetrar cuando su temperatura supera a la del aire de la barrera. Esto es evidente en áreas con techos de cristal como son los atrios de los centros comerciales o edificios de gran altura.
D) Difusión: Conforme el humo se eleva, se esparce hacia los lados y hacia arriba, por tanto su concentración es menor. Los sensores de humo están diseñados para entrar en alarma cuando los niveles de humo alcanzan cierto porcentaje de obscuración y depende de la concentración de humo en el sitio del detector. Cuanto mayor sea la difusión del humo, mayor será el tiempo requerido para que los niveles de concentración alcancen el umbral de activación de alarma del detector.
E) Movimiento del aire: Cualquier movimiento de aire alejará el humo de la fuente del fuego. Esto no es problema si se puede predecir la ruta exacta que seguirán los movimientos del aire. En los centros de cómputos, cuartos de control y áreas limpias por lo general se conoce bien dicho movimiento y los detectores se pueden ubicar frente a las rejillas de ventilación. Sin embargo, es necesario colocar detección adicional en los techos cuando el flujo de aire se detenga (cuando el aire acondicionado se apaga) y el humo de nuevo siga su trayectoria vertical hacia el techo. Si las áreas protegidas están en exteriores o en un ambiente como un hangar, con grandes puertas siempre abiertas, entonces no hay flujo de aire predecible.
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