Los rociadores automáticos o sprinklers son uno de los sistemas más antiguos del mercado para la protección contra incendios en todo tipo de edificios industrial, comercial entre otros. Están concebidos para detectar un conato de incendio, controlarlo para evitar su propagación y extinguirlo. Los rociadores protegen prácticamente la totalidad de los inmuebles porque se trata de un sistema totalmente independiente y automático de protección.
Los sistemas de rociadores automáticos tienen como objeto la protección de vidas, bienes materiales, continuidad del proceso y el medio ambiente. Para que cumplan su función hay que asegurarse que se realicen las labores de supervisión con objeto de que, en caso de incendio, esté garantizado su correcto funcionamiento.
Su sistema, se basa en una red hidráulica presurizada con agua y unas boquillas de descarga, las cuales la incidencia directa de la temperatura provoca el desprendimiento de un elemento termo-sensible, liberando agua en cantidad suficiente por un orificio para humedecer una determinada área de acción.
El sistema, suelen operar y descargar agua sólo en el lugar que se necesita, no sufriendo el resto de la instalaciones protegidas.
Desde las primeras patentes realizadas sobre rociadores automáticos en el siglo XIX hasta ahora, hemos podido ver cómo organismos, asociaciones, laboratorios y fabricantes, se han encargado de crear normas de fabricación, estándares / guías de diseño de sistemas, protocolos de pruebas sobre riesgos específicos, así como una gran familia de tipologías diferentes de rociadores para cubrir la mayoría de los riesgos que conocemos en la actualidad.
TIPO DE ROCIADORES
• Rociadores de supresión y respuesta rápida "Early Supresion Fast Response” (ESFR)
• Rociadores de gota grande;
• Rociadores residenciales;
• Rociadores de gran cobertura;
• Rociadores intermedios especiales.
EL DISEÑO
• El diseño del sistema y su ejecución deben realizarse siguiendo los criterios fijados por la normativa vigente para el riesgo a proteger
• Los distintos componentes de la instalación se deben someter a los protocolos indicados por los fabricantes y señalados en la normativa aplicable en cada caso.
• Adecuando la instalación a las características reales de utilización del edificio: redistribución de oficinas, cambio de uso en almacenes o áreas de producción, etc.
• Encargando a una empresa especializada el mantenimiento, para que:
MANTENIMIENTO
Si se cumplen los requisitos de inspección y mantenimiento indicados por los fabricantes y por la normativa correspondiente, los sistemas de rociadores automáticos no tienen fecha de caducidad. Son la mejor garantía de seguridad para la vida de los suyos.
La vida útil de los rociadores automáticos depende, en gran medida, de las condiciones ambientales a las que se encuentran sometidos. No obstante, basándose en la experiencia acumulada durante más de 100 años, las normativas establecen:
• 50 años, si son del tipo estándar
• 20 años, si son de respuesta rápida
• 5 años, si son de alta temperatura
Los sistemas de rociadores automáticos tienen como objeto la protección de vidas, bienes materiales, continuidad del proceso y el medio ambiente. Para que cumplan su función hay que asegurarse que se realicen las labores de supervisión con objeto de que, en caso de incendio, esté garantizado su correcto funcionamiento.
Su sistema, se basa en una red hidráulica presurizada con agua y unas boquillas de descarga, las cuales la incidencia directa de la temperatura provoca el desprendimiento de un elemento termo-sensible, liberando agua en cantidad suficiente por un orificio para humedecer una determinada área de acción.
El sistema, suelen operar y descargar agua sólo en el lugar que se necesita, no sufriendo el resto de la instalaciones protegidas.
Desde las primeras patentes realizadas sobre rociadores automáticos en el siglo XIX hasta ahora, hemos podido ver cómo organismos, asociaciones, laboratorios y fabricantes, se han encargado de crear normas de fabricación, estándares / guías de diseño de sistemas, protocolos de pruebas sobre riesgos específicos, así como una gran familia de tipologías diferentes de rociadores para cubrir la mayoría de los riesgos que conocemos en la actualidad.
• Rociadores de supresión y respuesta rápida "Early Supresion Fast Response” (ESFR)
• Rociadores de gota grande;
• Rociadores residenciales;
• Rociadores de gran cobertura;
• Rociadores intermedios especiales.
EL DISEÑO
• El diseño del sistema y su ejecución deben realizarse siguiendo los criterios fijados por la normativa vigente para el riesgo a proteger
• Los distintos componentes de la instalación se deben someter a los protocolos indicados por los fabricantes y señalados en la normativa aplicable en cada caso.
• Adecuando la instalación a las características reales de utilización del edificio: redistribución de oficinas, cambio de uso en almacenes o áreas de producción, etc.
• Encargando a una empresa especializada el mantenimiento, para que:
- Efectúe las pruebas operativas necesarias.
- Verifique el funcionamiento de los dispositivos de alarma y su posible conexión a centros de control.
- Sustituya aquellos rociadores que hayan sido golpeados, pintados, o que muestren signos de corrosión o cualquier otro daño.
MANTENIMIENTO
Si se cumplen los requisitos de inspección y mantenimiento indicados por los fabricantes y por la normativa correspondiente, los sistemas de rociadores automáticos no tienen fecha de caducidad. Son la mejor garantía de seguridad para la vida de los suyos.
La vida útil de los rociadores automáticos depende, en gran medida, de las condiciones ambientales a las que se encuentran sometidos. No obstante, basándose en la experiencia acumulada durante más de 100 años, las normativas establecen:
• 50 años, si son del tipo estándar
• 20 años, si son de respuesta rápida
• 5 años, si son de alta temperatura
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